El sistema moda se construye a partir de tres conceptos fundamentales: moda, estilo y tendencia. La moda responde al espíritu del tiempo; el estilo expresa la identidad individual; y la tendencia traduce el pulso colectivo que guía el consumo estético. Dentro de este entramado, surge una colección de indumentaria que desafía la repetición industrial a través de un proceso artesanal: la cianotipia.

Desde la moda, esta propuesta responde a un contexto donde lo artesanal y lo emocional adquieren valor frente a la producción. La incorporación de la cianotipia —una técnica fotográfica del siglo XIX que utiliza compuestos fotosensibles para fijar imágenes en azul cian— otorga a cada prenda un carácter único e irrepetible. Esto sitúa la colección en un momento donde la moda se replantea sus modos de hacer y busca reconectar con lo genuino, lo lento y lo auténtico.

Como tendencia, la colección se alinea con un creciente interés por lo experimental y lo manual en el diseño. El uso de procesos artesanales como valor agregado, y el retorno a técnicas que capturan lo efímero —como la luz y la sombra—, refleja una sensibilidad colectiva hacia lo natural, lo único y lo expresivo.

En términos de estilo, cada pieza construida con cianotipia se convierte en una declaración personal. El trazo de la sombra, la intensidad de la luz y la huella del instante hacen que la prenda dialogue íntimamente con quien la porta. Así, el estilo se manifiesta como una forma de expresión individual que trasciende la moda y resiste la homogeneización.

La editorial de moda que acompaña esta propuesta abraza esta estética de lo momentáneo y lo intangible, mostrando prendas que parecen atrapadas en una coreografía de luz y sombra, suspendidas en un tiempo detenido.

El resultado es una experiencia visual y conceptual que trasciende la funcionalidad de la vestimenta. Cada diseño se convierte en un objeto emocional.